viernes, 23 de abril de 2010

EL CALEUCHE EN MAULLÍN


Otro elemento de la cultura chilota y territorios continentales cercanos, es la creencia y fuerte presencia en el imaginario de la población de seres mitológicos, los que son parte del escenario habitual y con los que se convive en el cotidiano.

si bien respecto a este tema no existe un discurso homogéneo en los relatos, en algunos testimonios aparecen situaciones de contacto o avistamiento, principalmente del Caleuche y de brujos.

El Caleuche es un barco fantasma que surca los mares aledaños a la Isla de Chiloé…. En su cubierta se realizan fiestas y bailes y se escucha una música maravillosa… Una de las formas en que Caleuche enrola a parte de su tripulación es por medio de una transacción comercial: los padres entregan a sus hijos por dinero y a cambio de ser surtidos permanentemente de mercaderías. Después de una año el “tripulante Caleuche” tendrá permiso para visitar a sus parientes; peros su conducta será extraña, taciturna y callada... .

Don Guayo cuenta que el Caleuche se veía aquí en Maullín, se veía un barco con luces, con música, la mejor música que había. Harán unos veinte años, andábamos para arriba con mi primo en un bote a remo, por el lado de Peñol, teníamos que ir a arreglar un motor, entonces nos fuimos a remo y de repente el río se empezó a cerrar de niebla, al rato no vimos ni una cosa, andamos dando vuelta ahí mismo, vuelta y vuelta, estuvimos como dos horas ahí, a la vuelta. Estábamos en una sola parte no más, y remando entre cuatro, eso nos pasó.

Cuando salíamos a la pesca con redes, quedamos afuera en tierra, hacíamos fuego y dejábamos la red calada a medio, ahí mirábamos cuando pasaba para arriba, iba para arriba para el río, por ahí tenía gente que lo esperaba. Por el Castillo pasaba a quedar un rato y de ahí se iba para arriba. Iba con música, iluminado el barco entero, no se veía gente, pura música, fuerte, se sentía fuerte y, antes, a la orilla del río estaba tapado de monte, no es como ahora que está todo limpio. Antes no, antes a la orillita del agua estaba la montaña, puro bosque, así es que la gente estaba lejos como para escuchar.

Nosotros ya sabíamos lo que era, porque los antiguos decían que en tal parte llega el barco, en tal parte hay uno que le entrega cosas. En Sebastiana había uno que le entregó una hija.

Yo no le tuve miedo nunca, si uno le tiene miedo peor, hartas veces lo vi, cuando íbamos a la pesca acá en el río Maullín.

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